miércoles, 25 de junio de 2008

Las Formas de tu Cuerpo


Hace algunos días que las palabras andan de paseo con no sé dónde. Pese a eso, violento el maletín donde guardo con celo ese alfabeto raro que casi nunca uso. Desdoblo con cuidado cada letra ancestral y me dispongo rauda a dar los primeros trazos sobre estos pliegos donde he de diseñar con cálculos precisos las formas de tu cuerpo.

Súbete hasta mi mar

y deja que mis dedos

se silencien en ti

milímetro a milímetro.

Deja que se deslicen

por sobre tu epidermis

mis caricias más niñas

y deja que mis labios

se humedezcan en ti

sobre tu espalda suave,

tu espalda tan soñada;

Tu espalda…

Quisiera descorrerla

desde el cuello alargado

hasta el pincel del tiempo

donde calla el silencio.

Y besarte los sueños.

Y dejar delirando

al perdido control

ese sin dueño.

Y beberte el aliento.

Y llegar navegando

a tus cimas pobladas

de la alfombra de pétalos

que nacen en tus senos.

Caminar hacia adentro

por el monte del vuelo.

Hasta ese mismo centro

donde pierdes la voz

por el shock del encuentro.

Y quiero dibujarte

con el tiempo sin tiempo,

con mi voz, con los ojos,

con el alma y el cuerpo.

Yo quiero poseerte

para poder perderme

y yo quiero entregarme

para poder tenerte.

¡Ay Mujer!

Déjame navegarme

en tu aguacero.

Déjame hacer legal

este manto de besos.

Déjame desdoblar

la palabra infinito

y retener la ruta

de los días.

Déjame elaborar

un poema en tu alma.

¡Déjame hacerte mía!

© 1993 Madeleine E. Belliard

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