Ha amanecido hermosa la mañana
Alegoriando gotas refrescantes
Que me hacen emular esos instantes
Donde, por comprensión, la vida es sana
Y mi alma la abraza a campechana
Como un pilar de Luz que se derrama.
Debe ser que mi gata en la ventana
Le da un toque esotérico al asunto
Y esas gotas de amor son el conjunto
Que tintinean a Dios cuando me ama.
Yo humilde me arrebato de su abrazo
Húmedo que me corre por los brazos
Recordándome todos los ocasos
Adonde el Sol, colgado de mi brazo,
Se convirtió en pintura de mi trazo.
Entonces, inclemente, yo arremeto
Y sin pensar en nada me someto
A la caricia núbil de su beso
Porque yo estoy segura que con eso
Más allá de su abrazo yo me meto.
Cualquiera opinará lo que quisiera
Sobre este encuentro lluvio y matutino
Pero al final verán que es el destino
Quien produjo que el alma se vertiera
Sobre la lluvia fina y placentera.
Yo escribiré con ansias permanentes
Las ganas de que siempre estén presentes
La sensación mojada de su fuente
Y la expresión brillosa de su frente
Para evitar reclamos inclementes.
Usted comprenderá que es por librarme
(Cuando examine toda la evidencia)
De la pereza inútil, de la vil inocencia,
De la culpa futura y del desarme
Sentimental que augura atesorarme,
Y cuando usted comprenda ese detalle
Comprenderá también la cadencia del valle,
La risa repentina, el alma redimida
Y la ilusión que yace amanecida…
…Yo al fin comprenderé que se avasalle.
© 2009 Madeleine E. Belliard
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